miércoles, 10 de diciembre de 2008

Navidad

En Navidad siempre me pongo un poco nostálgica, por no decir tristona. Hace unos años escribí este poema y creo que expresa tan clara y sinceramente lo que siento en estas fechas, que no he podido escribir otro que lo describa mejor. A todos vosotros, amigos míos y desconocidos que leéis este blog, aunque no os dejéis ver, os lo dedico y os deseo lo mejor para estos días y para siempre.

Llega la Navidad...

Invierno.
Hila la rueca madeja de nube;
copos de nieve enfrían la luz de una estrella
filtrándose callados por las chimeneas.
Pasa la vida por aquí...

Llega de nuevo otra Navidad:
herida que sangra nostálgica,
resto de lumbre sepultada en ceniza.

Un rayo de mi fe perdida
quiebra la noche,
como susurro bailarín de agua
en la quietud del alba que se asoma.
Los pensamientos bogan en el río del pesebre
y flotan las risas y los villancicos
tras los cristales llorosos de las casas.
Mientras, por las calles,
bajo el cielo inalcanzable y plomizo,
caminan presurosas otras historias,
otras vidas errantes.
Hay un sobrecogimiento en las almas
al evocar el andar cansino de camellos
cargados de tesoros infantiles.
Porque los niños siguen siendo niños,
soplos de inocencia,
cálices de lirios albos y húmedos.
Entre dos luces suenan zambombas
y panderetas. Vago sobresalto de una hora
en la noche de la Nochebuena.
En los hogares, junto al fuego,
se reunen las familias y los ancianos dormitan,
quizá sueñan también con tesoros de urracas
dentro de calcetines largos y de colores vivos.
¿Quién pone en duda la realidad de ese sueño...?

La Noche, esa Noche que nos lleva a recordar
a los vivos y a los muertos,
avanza hacia el mañana preguntando:
¿Dónde se confunden la realidad y la ilusión?
¿Dónde se encuentra el por qué de la vida
y de la muerte?
¿Quizá en el vagido del Niño Santo que nace...?
No lo sé, pero le juraré a quién sea
que, igual que todos los años, procuraré ser buena
y que le voy a abrir las puertas del espíritu
a la nueva Navidad que llega friolera,
aunque luego se vaya y me deje en las manos,
como siempre, un simple y tenue aroma
de violetas...

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