viernes, 28 de noviembre de 2008

Borges Blanques

Es la época de coger olivas, así que estaré unos días fuera en Borges Blanques. El año pasado estaban así mis olivos, no hizo muy mal tiempo, aunque sí frío. Las manos se quedaban heladas. Claro que a mí eso me sirve de distracción, no lo de las manos heladas sino coger las olivas. De todas maneras, algunos días amanecían como el de la siguiente foto, entonces había que esperar a que la niebla se disipase.


También es mi santo el día 8 y el 9 mi cumpleaños. Por eso siempre me sienta bien irme una semanita fuera por estas fechas.
Cuando era pequeña, me fastidiaba bastante que mi santo fuese el día 8 de diciembre y mi cumpleaños el 9, porque sólo me hacían regalos una sola vez, y mis hermanos, sin embargo, tenían doble "ración". Ahora, con el paso de los años, lo que me agradaría sería que esas fechas pasasen desapercibidas. Cualquier detalle, una rosa, unas palabras, un abrazo, una mirada, tienen para mí más valor en momentos inesperados y simplemente porque sí. Porque salen del corazón. Aunque con eso no quiero decir que cuando se celebra un aniversario se haga por compromiso, bueno no sé, quizá sí, quizá no... Pero yo ya quisiera estar a 10 de diciembre.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Sobre otro Antonio Machado


Hace tiempo leí un articulo de Inma Limones en la revista "El Celador" de Sevilla. El articulo se titulaba: "Símbolos en Antonio Machado". Su lectura me hizo recordar a otro Machado: Antonio Machado y Álvarez, más conocido por "Demófilo" y que fue el padre de los hermanos Machado: los poetas Manuel y Antonio, sin olvidar a José, pintor, y a Francisco, que también cultivo la poesía.

El apellido Machado, de ascendencia portuguesa y oriundo de la provincia de Huelva, está intimamente vinculado a la historia sociopolítica y cultural de Sevilla, desde que en 1845 se asentase en ella el abuelo, Don Antonio Machado y Núñez (1815-1896).

"Demófilo" nació el 6 de abril de 1846 en el nº 33 de la Rúa Nova de Santiago de Compostela y a los cuarenta días de su nacimiento, por enfermedad de la madre (Doña Cipriana Álvarez, natural de Sevilla), la familia se traslada a esa ciudad.

En la obra de Machado y Álvarez se palpa una honda preocupación social por España y por desentrañar el sentido del pueblo. Fue un hombre sencillo, modesto abogado, incansable trabajador, padre excepcional y un intelectual censurado, incomprendido y criticado por sus contemporáneos a pesar de ser una de las más altas mentalidades españolas de la pasada centuria. Inició los estudios folklóricos en España y eso le valió el título de miembro de honor del folklore inglés y de la Sociedad Filológica de Londres y, consecutivamente, de los núcleos folklóricos que fueron fundándose en todos los países de Europa y América. Esa fue su recompensa, a cambio de su fortuna, su salud y su vida.

Notable lingüista, director y editor de revistas especializadas, fundador de El Folk-Lore Andaluz y el Folk-Lore Español, colaborador incansable en la prensa nacional y extranjera, reclamó una mirada científica y culta, sobre el cante hondo. Reunió dos colecciones de cantes flamencos: una en 1881, en Sevilla, bajo el título de "Colección de cantes flamencos", y otra en 1887, en Madrid, titulada "Cantes flamencos y cantares". A ésta última recopilación pertenecen las coplas:


Pensamiento ¿aónde me yebas,

que no te pueo seguí?

No me metas en paraje

donde no puea salí.


En este mundo reondo

quien mar anda mar acaba;

y en casa der jabonero

er que no cae, resbala.


El propio Demófilo pregunta en el prólogo: "Pero ¿quién es el autor de estas preciosas coplas...? Pues lo mismo lo sé yo que vosotros... todas las coplas recogidas no son hijas de un mismo padre, sino de muchos... y ellos no olvidan que la mejor poesía es la que dice más en menos palabras... cuando les duele se quejan y cuando se alegran ríen, sin meterse jamás a esmaltar sus risas o sus lágrimas con adornos postizos".


No canto porque me escuchen

ni para lucir la voz...


Demófilo murió a los cuarenta y siete años de edad, el 4 de febrero de 1893, en el nº 35 de la calle de la Pureza, en el arrabal sevillano de Triana. Se le había declarado una esclerosis medular cuando estaba en Puerto Rico, adonde se había desplazado con la esperanza de solucionar sus problemas económicos. Regresó a Sevilla. Allí falleció en brazos de su esposa Ana Ruiz Hernández, y ante la indiferencia de la ciudad, sumida en esos días en la celebración del Carnaval. La prensa no le dedicó ni el más mínimo artículo necrológico. Hoy día, su figura vuelve a recordarse y estudiarse, no sólo por la influencia que dejó en sus hijos, sino también debido al hecho de que anunció tendencias culturales, científicas y literarias que sólo con el tiempo han ido descubriendo su verdadera dimensión.


Todo aquer que dise ¡ay!

es señar que l'ha dolio;

y yo digo: ¡Ay, ay, ay,

ay, probe corazón mío!

Sabor a guindas










La tarde se pasea con tu nombre de sombrero.

Nadie la mira,

tan dulce y leve...


El sol se extravía entre los sicomoros,

los párpados de los helechos entreabren sonrisas

y el aroma de tu piel es un latido que cuaja en mi mirada.


La última luz resbala en el tejado;

mientras el cielo nos espía

me imaginas, entre almohadas,

cubierta sólo de velos y narcisos.

Yo te presiento en el olor de la madera y la vainilla.


Si creemos que nuestro amor no cabe en un bolsillo

y que el aire vuelve al aire con sabor a guindas,

cuando el crepúsculo agonice,

el musgo crecerá sobre la tierra húmeda

y yo escribiré un beso en mis ojos

para que lo recibas cada vez que me mires.


Junto al mar eres iris y tiniebla,

y yo sombra de palabra

llorando despedidas que mueren en olas...

Es un gustazo

...Ver pasar por aquí a mi amigo el escritor, Luis Vea. Sobre todo porque creo que me ha encontrado por casualidad. (Internet siempre me asombra).
Tengo pendiente un comentario sobre su último libro de relatos: Cotidianos. Un día de estos se lo enviaré y, por supuesto que lo pondré en este blog, si él no tiene inconveniente.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Una mirada al absurdo

De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, sólo miraba...

Antonio Muñoz Molina / Plenilunio


Una mirada al absurdo
(Dedicado con toda mi admiración a Luis García Montero)

Dices que todo lo piensas
y a todo le das vueltas,
que la ciudad que te hizo se te deshace,
que nunca las calles nuevas son caminos,
y que escuchas atentamente por si algo te llama...
Aquí, entre tú y yo,
y aunque la distancia tenga color de escaparate
tampoco yo puedo encontrar
lo que a ti te resulta imposible...

La gente sigue hablando en ese hermoso idioma
difícil de entender.
Así es la realidad, así lo cotidiano
difuminándose en paisajes domésticos.

La vida tiene un pasado absurdo,
y el presente, salpicado con alguna cerveza sin espuma,
está repleto de historias de humo
que conducen hacia un futuro dudoso.
Los temores se esconden bajo las apariencias
y en los trenes, anodinos, se respiran olores marginados.
Las aceras, atestadas de coches aparcados,
se arrastran hasta las papeleras quemadas,
para pedir socorro en una cabina de teléfono
con los cristales rotos...

Es importante tener un auto deportivo
y en el bolsillo un móvil.
Permiten parecer lo que no eres.
Alguna gente, de corazón fermentado,
se embadurna el pelo con lociones caras
para darle aroma a interiores gastados
y a resbalosas manos vacías de humanidad.
Y, sin embargo, como una paradoja,
esconden en el alma espacios fabulosos
que no ofrecen a nadie...

El sol, en el ocaso, entretiene su ocio,
vigilando existencias aguadas de personas
que no se comunican.
Mientras tanto, en este transcurrir,
la muerte se pone su tópico disfraz
de esqueleto viviente.
Nos persigue, nos asusta,
nos hiere con mirada inexistente
en las cuencas vacías.
Y no comprende
por qué tememos su corporeidad mortal,
si ella es mucho más misericordiosa,
sin ninguna duda,
que el absurdo cotidiano que nos envuelve.

El principio

  
   Nunca tuve un blog. Siempre pensé que era un poco absurdo. Sin embargo, mi afán es comunicar, creo que hay cosas que sé y creo que hay cosas que saben los demás. Me parece que todos tendríamos la obligación de compartirlas y yo estoy dispuesta. He decidido utilizar este medio para hacerlo. No sé si habrá alguien más por ahí que le interese lo mismo. De momento, para mí esto será como un diario personal.
     Hoy día todos tenemos prisa, hay que correr para llegar a algún sitio, da igual el sitio que sea. A mí también me ocurre, pero voy a intentar sacar algunos mínutos para escribir aquí y que esto me sirva para reflexionar sobre las cosas que ocurren en la vida.
     ¿Os parece esto demasiado profundo? ¿demasiado "ñoño"? ¿demasiado demasiado...?
Si es así, decidmelo, dadme otras opciones, opinad, discutid... El final para mí será siempre la comunicación.