Recuerdo el paso de una virgen
que se levanta...
Camina meciéndose, suave.
Las bambalinas del palio
golpean los varales en un azote cariñoso,
siguiendo el ritmo marcado por las varas de mando
contra el suelo...
Con la pequeña mano extendida
y voz cansina y estridente,
mi primo Manolo le pide al nazareno
que desfila con el cirio encendido
apoyado en el cinturón de esparto:
¡Penitente échame "cea", échame "cea"...!
En los ojos del encapuchado
relampaguea una sonrisa al responder:
¡No, "chiquiyo",
hasta que aprendas a nombrar la erre...!
¿Por qué no recuerdo dónde guardé
la peineta de concha, la mantilla de encaje
y aquél vestido negro que madrina me hizo
y que nunca estrené?
2 comentarios:
"Los que nunca volvísteis", estáis siempre aquí.
Pues sí, para los amigos, para la gente que nos cae bien, a pesar de no conocernos personalmente, siempre estamos. Al menos yo, siempre estoy...
Y, ya sabes, si me necesitas, silba.
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