La Shoá
Una hilera de cuerpos desnudos,
de almas sin esperanza.
Un paso vacilante hacia el horror final.
Seres humanos indefensos.
Mujeres temblorosas, degradadas,
humilladas,
de ojos agrandados por el miedo,
abrazan a sus hijos como si así pudieran
evadirse
de la increíble realidad que las
aprisiona.
Porque no es un sueño, ni siquiera la
peor pesadilla
de la que uno puede despertarse,
sino otro paso más para la destrucción
de esa marea humana,
de ese río de corazones hambrientos de
justicia,
y que, quizá, ya sin fe, pronto desembocará
en montaña de huesos de todos los
tamaños,
apilados en un foso con olor a locura y
racismo.
Eso es sólo una foto, -podrán decir
algunos-,
no puede ser verdad…
Pero el hombre es un lobo para el hombre
y el mal es inherente a la naturaleza
humana,
-dirán otros.
El cielo y la tierra se confunden
con la sombra del gas que sale de los
hornos.
Se aproxima la noche deshecha en
desatinos,
el día ya se quiere escapar del genocidio.
El recuerdo de la Shoá estalla y permanece
en la memoria de los supervivientes
y en los bienaventurados que sigan
teniendo
hambre y sed de justicia…
1 comentario:
Un horror que nadie puede explicar. Un perfeccionamiento de la barbarie que se cierne sobre nuestra historia de sangre, dolor y muerte.
Besos
Francesc Cornadó
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