La muerte llega
En el silencio llegará
la noche que todos esperamos.
Soñolienta,
como un despertar recién iniciado,
como un goce trémulo.
Igual que una candela que se apaga
ante un parpadeo de asombro.
Y ellos se irán.
Y nos iremos.
Pero la vida, en Sura,
seguirá su laberíntico camino
entre los avatares
y la esperanza se quedará dormida
al doblar las páginas de periódicos viejos...
Relampaguea
¿Por decreto de quién, en Sura,
las hogueras se alzan para gritarle al cielo
y las víboras paren bajo las piedras?
¿Por decreto de quién,
la sal escuece en las heridas
y la ira se acuesta en nuestros puños?
¿Por decreto de quién,
no pueden brotar versos
de la semilla que enterré...?
Las palabras
El todo y la nada existen en Sura
si permanezco ausente de los días.
Acre vino del silencio,
guarida de espíritus locos
que no ayudan a vencer la inconsistencia
de mis pensamientos.
Desvarío de palabras
diciendo más que las miradas.
A veces, espero que se asfixien en segundos,
pero vuelan como los pájaros,
desgarran felinas,
y escapan, como la memoria,
dejándome desmemoriada.
Locura, desespero
por alcanzar la inspiración
en el momento justo...
4 comentarios:
bellos poemas.. que acarician el alma..
Excelentes
Un abrazo siempre grande
Saludos fraternos
Que tengas un buen fin de semana
¿Por decreto de quién tengo esta vida?
Besos
A mí no me mires, Antonio, que yo no tengo la culpa... (jejeje)
Un abrazo.
¡Gracias, como siempre, por tus palabras de alabanza, Adolfo!
Buen fin de semana para ti también.
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