martes, 10 de marzo de 2009

La Feria



"Caminé por senderos
que llevaban a la Feria...
El aire cantaba
impaciente por recobrar los colores
de los farolillos encendidos.
¡La Feria...!
Aristocrática y campesina.
Vestidos de volantes
desplegados sobre la parte trasera
de calesas engalanadas.
Hombres de tez cetrina
montando caballos bailarines.
Sombreros de "alancha"
compitiendo con claveles,
mantones y peinecillos,
en una morenería de voces desparramadas
por el interior de las casetas.
Exceso, exageración lujuriosa,
saciedad y, por qué no decirlo,
más de una sacramenta disimulada
bajo la agitación de los abanicos...
Siempre perdía el último autobús
para volver a casa
y regresaba caminando.
No podía evitar sonreír ante lo que sabía,
que no era nada entonces.
Y menos es ahora,
que ya he visto a la muerte
desgajar partes de mi cuerpo.
Por el viento caminaban bengalas
y fuegos de artificio,
lluvia de calor atronadora
que encendía el cielo de amarantos
para caer después, gris de ceniza, sobre el cuelo.
Y, de golpe, me invadía la tristeza...
Distraída, equivoqué el camino.
Quizá me puse a caminar, en mala hora,
por un sendero que conducía
a la pena del mañana.
Un mañana que es hoy
y ya me está mordiendo.
Noto que me transformo en un ojo
pequeño, azul y frío,
cíclope enano que me insufla
una profunda inquietud
y una manera especial de sentir,
decir y ver las cosas.
Para seguir, he de inventarme
otra vida cada día..."
(Del poemario: Los que no volvimos)

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