viernes, 20 de diciembre de 2013

Navidad 2013


La Navidad perdida
Esta no es mi Navidad.
Creo que con el ajetreo de los años la he perdido.
Hoy la busco en la belleza engañosa y cruel de las luces de colores,
en la música de los villancicos que preceden a la publicidad de los centros comerciales, en la espera de los Reyes Magos, que tardan en llegar porque ahora se entretienen hablando con Papá Noel o quizá con ese señor que ofrece regalos gratis, que no lo son, ya que compras una cartulina que hay que rascar previamente.
¿Se han perdido también las ilusiones de los niños, de los adultos, de los ancianos…? ¿O es que quizá el peso de las horas lentas que llenan mi equipaje me oculta todo eso?
¿Dónde están los patinetes de madera, los juguetes de lata, las muñecas de trapo, los recortables, los soldaditos de plomo…? ¿Dónde están los abrazos, las caricias, la caridad, que deberían permanecer a nuestro lado todo el año y no sólo en estos días de fiesta forzada, cada vez más competitiva?
La Navidad, mi Navidad, desde hace muchas lágrimas que no la encuentro. Por eso perdonadme si os cuento estas desilusiones; me invade una infinita impotencia al ver  como juegan con la solidaridad y buena fe de muchos seres humanos, los mismos que pintan de purpurina la miseria que han creado, sin prestar oídos al péndulo de la pobreza, la inseguridad y el miedo.
¿Acaso no se sabe que no hay que excavar hondo para encontrar historias de dolor escondido en las miradas y deshacer los nudos de la incomunicación?
Vuelan hojas secas a mi alrededor, no nieva más que en las postales. Se diría que hasta el Invierno se busca en vano.
Recobro mi entereza y me analizo. Un año más, un año menos y el día de hoy, que veo a oscuras, hacen que me remonte al pasado. Hasta los poemas que escribí para fundir mis noches se entregan al recuerdo.
Y así, deslumbrada por fragmentos de sueño y esperanza, encuentro por fin en mi interior, un  veinticinco de diciembre. No se parece al que perdí, pero sale a mi encuentro en forma de zambomba y pandereta, con   ángeles que anuncian nuevas madrugadas, pesebres helados, bueyes y mulas regalando su cálido aliento a un hombre y una mujer que miran embelesados a su hijo recién nacido…Se entretienen evocando mi infancia, la ingenuidad, la ilusión y la pureza de la niña que fui y que desapareció en el vértigo de los días vividos a contraluz, sin encontrar asidero en parte alguna.
Y a través de la calma que me invade en este instante creo ver una mano apartándome de una inminente caída dentro de las sombras que casi siempre me rodean, y oigo una voz que enciende confianza, reconforta y disipa desconsuelos, deseando “paz y amor para todos los hombres de buena voluntad…” 
Eso mismo os deseo yo, familia, amigos, a todas las personas que quiero y me quieren. Os deseo una Navidad que aunque se presente dorada sólo por fuera, esté llena de cariño y ternura por dentro. Por eso,  a  pesar de las desilusiones y  todas las cosas incomprensibles que nos rodean, “le juraré a quién sea que, igual que todos los años, procuraré ser buena  y que le voy a abrir las puertas del espíritu a esta nueva Navidad que llega aunque luego se vaya y me deje en las manos, como siempre, un simple y tenue aroma de violetas...”
Navidad de 2013

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